A menos de nueve años para dar cumplimento a los ambiciosos Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados en la Agenda 2030, urge tomar acciones efectivas que permitan generar las transformaciones necesarias para rectificar el curso hacia un modelo de desarrollo, inclusivo, resiliente y sostenible.
La ambición global de alcanzar estos objetivos dependerá de la capacidad de los encargados de la formulación de políticas públicas y de la toma de decisiones que permitan abordar los desafíos de una manera integral, incluyendo los necesarios para hacer frente a la recuperación ante la pandemia, a las amenazas vinculadas al cambio climático, y a los problemas sociales y económicos derivados de nuestros modelos de producción y desarrollo ineficientes e insostenibles.
En 2020, América Latina y el Caribe tenía una población total aproximada de 654 millones de personas. Según las proyecciones del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, para 2030 la población de la región podría aumentar a 721 millones aproximadamente.
Se espera que este incremento demográfico produzca un crecimiento correspondiente en la demanda de energía, presentando un enorme desafío para las autoridades nacionales mientras trabajan para establecer las condiciones necesarias para un desarrollo social y económico sostenible.
Las disparidades regionales en la disponibilidad de recursos energéticos y las vulnerabilidades sociales, económicas y ambientales son otro desafío, pero también presentan oportunidades únicas para la planificación, la colaboración y el aumento de la eficiencia energética.
Las consecuencias del calentamiento global se continúan intensificando; los incendios forestales y las inundaciones a lo largo del planeta demuestran la magnitud de este problema. Si el mundo ha de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los compromisos definidos en el Acuerdo de Paris sobre el cambio climático, es evidente que la energía es un factor determinante, ya que representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, contribuyendo principalmente al calentamiento global.
En nuestra Región, según los datos del Banco Mundial, el consumo total de energía proviene del petróleo y sus derivados (con un 53%), de la electricidad (con 18%), de la biomasa (con 13%), del gas natural (con 12%) y del carbón mineral (con 4%). Con respecto a las fuentes de energía eléctrica, tan solo el 10% corresponde a fuentes de energía renovable y el 2.3% de la energía nuclear.
Durante esta etapa crítica, cuando las emisiones de dióxido de carbono deben reducirse en un 45% para alcanzar el “cero-neto” para 2050, resulta indispensable avanzar con la planificación de acciones que permitan dar cumplimiento al Acuerdo de París, al Pacto Climático de Glasgow y al Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 relacionado con la generación de energía asequible y no contaminante.
El desarrollo sostenible no es posible sin energía sostenible. La energía sostenible ofrece nuevas oportunidades de crecimiento, permite que las empresas crezcan, genera puestos de trabajo y crea nuevos mercados.
Con energía sostenible, los países pueden replantear los sistemas energéticos del pasado y desarrollar un modelo energético para el futuro, con energías más limpias y más eficientes. La transición energética debe convertirse en un esfuerzo de transformación real y efectivo, basado en la rápida ampliación y utilización de todas las tecnologías disponibles para innovar para el futuro.
La energía permite la provisión de agua limpia, de servicios de salud, educación y comunicación. Para impulsar el desarrollo sostenible, debemos identificar los mejores medios para producir y acceder a la energía sostenible.
Las decisiones sobre la demanda de energía y las infraestructuras de suministro deben involucrar a todas las partes interesadas, considerar todas las opciones posibles de suministro y demanda de energía y deben ser coherentes con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ayuda a los Estados miembros a trazar sus estrategias energéticas, incluyendo la incorporación o no de la energía nuclear.
Este es el objetivo principal de este curso regional de capacitación sobre el modelo MESSAGE que tendrá una duración de 2 semanas (desde el 09 al 20 de mayo) durante las cuales, los representantes de los 14 países participantes (Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Uruguay, Panamá, Nicaragua, México, Guatemala, Honduras, Ecuador y República Dominicana), estarán desarrollando y analizando los esquemas posibles mediante el uso de herramientas tecnológicas con el objetivo de proyectar las demandas energéticas futuras, la modelación de los procesos de conversión y utilización de energía, la estimación de sus impactos ambientales, así como el análisis financiero de los proyectos de generación de energía eléctrica.
Esta iniciativa forma parte del Proyecto de Apoyo a la Formulación de Planes de Desarrollo Energético Sostenible a nivel subregional, denominado Proyecto RLA2017, en el marco del Acuerdo Regional de Cooperación Técnica y Económica para la Promoción de la Ciencia y la Tecnología Nuclear en América Latina y El Caribe (ARCAL), el cual promueve el uso de técnicas nucleares para la paz y el desarrollo sostenible de nuestra región.
Felicitamos y agradecemos a la República Dominicana por servir como país anfitrión, y esperamos que al concluir este proceso, puedan contar con las capacidades para desarrollar la planificación energética integral que requiere América Latina y El Caribe, para convertirse en una región más inclusiva, resiliente y sostenible.
Sin dejar a nadie atrás, como lo establece la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.uchas gracias y les deseamos éxitos en esta jornada de capacitación.