Santo Domingo.- “Valoro mucho la independencia que tengo aquí, la sociedad dominicana me ha ayudado a ser independiente en todos los aspectos”.
Esta frase pertenece a Rodolfo González, un cubano que llegó a República Dominicana en el año 2018. Aunque nació y vivió toda su vida en Cuba, decidió salir de su país de origen debido a la creciente persecución y discriminación que sufrió por parte de las autoridades de ese país, debido a su orientación sexual.
Llegó a República Dominicana solo, en busca de un lugar donde pudiera vivir seguro. A sus 29 años, Rodolfo dice haber recibido una hospitalidad sin igual por parte de los dominicanos.
“En República Dominicana me siento como si fuera mi país, también un país caribeño, las playas son iguales, el clima es parecido, la gente es carismática, cálida. Lo único es que en Cuba yo vivía más presionado, más angustiado y aquí estoy más seguro, más libre, no tengo preocupaciones de que por hacer algo la policía me pueda detener”, comenta, haciendo referencia a sus temores de ser perseguido por su orientación sexual.
Una persona refugiada es aquella que se ha visto forzada a salir de su país por temer sufrir algún daño a su vida, limitaciones a su libertad o seguridad. Debido a las experiencias que vivió en Cuba, Rodolfo decidió solicitar la condición de refugiado en República Dominicana, ya que tiene temor de regresar a su país.
Según el reciente informe publicado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, hasta el año 2019 casi 80 millones de personas habían sido desplazadas debido a conflictos, persecución, violencia o violaciones de los derechos humanos. Solo el año pasado, 11 millones de personas fueron desplazadas debido a conflictos o persecución, incluidos 8,6 millones de desplazados internos y 2,4 millones de nuevos refugiados o solicitantes de asilo.
La vida de Rodolfo no ha sido fácil. Cuando sus padres y su hermana menor se fueron de Cuba a vivir para los Estados Unidos, él no pudo acompañarles porque ya era mayor de edad. “Son más de 6 años ya separados, yo nunca me había separado de mis padres para nada. Como me siento yo, se sienten ellos. Todos los días sufren esa separación, pero es la forma de que mi hermana y yo tengamos un poco más de condiciones de vida”.
Desde ese momento, tuvo que ingeniárselas para subsistir en Cuba: trabajó como mesero, vendedor de alimentos, ropa y discos compactos. Luego de constantes hostigamientos por parte de la policía y gracias a la invitación de un paisano, viajó primero hacia Haití y luego a República Dominicana, donde solicitó la condición de refugiado.
Con el apoyo del ACNUR en República Dominicana, al inicio de su estancia Rodolfo pudo establecerse en un lugar seguro, acceder a alimentos y los enseres básicos del hogar. Después se ha mantenido trabajando de manera informal como mesero y extra en comerciales de televisión.
“Ha sido muy difícil conseguir trabajo porque no tengo una residencia. A mí me gusta mucho la economía, la contabilidad, el comercio, la atención al público. Tengo aptitud para trabajar con las personas”, comenta Gonzalez.
Rodolfo ha hecho buenas amistades dominicanas, que siente como su familia. “Hasta antes de la llegada del COVID-19, salía con ellos a la Zona Colonial a caminar, a comer pizza, a sentarnos en el Parque Duarte, en el Colón, y compartir entre amigos. A través de ellos conocí a más personas; me he sentido cómodo en mi ambiente con personas gays”, afirma.
Las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero o intersexuales (LGBTI) pueden sufrir discriminación, persecución y violencia y verse forzados a dejar su país de origen. En las últimas décadas, el número de refugiados y solicitantes de asilo LGBTI ha aumentado en diversos países del mundo.
Él no niega que a veces ha pensado irse a otro país. “He visto países como Canadá, Reino Unido y España que sí aceptan a las personas gays como refugiados porque han sido maltratados en sus países de origen por la policía, golpeadas, encarceladas injustamente. Quisiera que en Dominicana aceptaran a personas como yo. Nosotros no hacemos daño a nadie”.
Y mientras sigue a la espera de solucionar su estatus en el país, aprovecha su experiencia como mesero y conocedor de la cocina de ambos países, para afirmar que la comida dominicana y la cubana se parecen mucho. “La única diferencia es que en Cuba le echamos comino hasta el agua y aquí apenas usan el comino. En Cuba no comemos habichuelas con dulce, no me gustan porque no tengo esa costumbre. La liga la siento como rara y no me hace muy bien al estómago”, dice entre risas.
Pase lo que pase con su futuro, Rodolfo tiene claro su amor por RD. “Aunque yo me vaya, ya yo escogí Dominicana como el país donde yo voy a pasar mis vacaciones, el país donde vendré a vivir cuando sea una persona mayor. Ya tengo este país como un país de acogida”.